Continúa la persecución

Imamoglu fue encarcelado el mes pasado y se encuentra a la espera de juicio por cargos de corrupción y ayuda a un grupo terrorista. Ahora, las autoridades han ampliado el campo de actuación contra el resto de trabajadores del ayuntamiento a quienes acusan de “aceptar sobornos” y ser “miembros de una organización delictiva”. La detención de Imamoglu desató las mayores protestas que se han visto en la última década en Turquía y provocó la agitación de los mercados financieros, con una estrepitosa caída de la lira. Las autoridades niegan las acusaciones de politización del poder judicial. Sin embargo, en una encuesta reciente, el 65% de los encuestados dijo que creía que la detención de İmamoglu era un error y el 61% pensaba que era una estratagema para impedir que fuera elegido presidente. Posteriormente, la policía puso en el punto de mira a Omer Aras, una de las principales figuras de la mayor asociación empresarial del país, por criticar las políticas del gobierno, y ha detenido a Ayse Barim, representante de famosos, por su presunta participación en las protestas antigubernamentales del parque Gezi en 2013. El retorno de la represión política que se ha dado en Turquía en los últimos meses ha recordado a la persecución y encarcelamiento de miles de personas que se produjo en 2016 tras el fallido golpe de estado.