25 ago 2025

El nuevo molde del comercial se llena de aranceles, tensión e incertidumbre

El mapa arancelario americano somete al comercio global a una era de riesgos, desafíos estratégicos y reajustes profundos para empresas y gobiernos.

Ignacio J. Domingo - Colaborador de Asesores de Pymes externo a Cesce

Un giro histórico en el comercio mundial. El 2 de abril de 2025, explica un extenso informe de la firma de servicios profesionales Boston Consulting Group (BCG), la Administración Trump reveló una nueva batería de aranceles que marcan un punto de inflexión radical en la economía global. La introducción de un arancel base del 10 % para casi todos los bienes importados, con tasas específicas de hasta el 50 % para productos de más de 60 países, dio el pistoletazo de salida a una nueva era en las relaciones comerciales internacionales. Las medidas van más allá de ajustes sectoriales o disputas bilaterales, explican los expertos de BCG, porque “nos adentramos en una reconfiguración integral del sistema comercial mundial, con implicaciones profundas tanto para empresas, consumidores y gobiernos”. Estas son sus siete consideraciones clave para proclamar el inicio de un nuevo orden global. 

1.- Nueva política arancelaria: más allá de lo simbólico

A diferencia de la Administración Trump anterior, que centró sus medidas arancelarias en países como China, México o la UE, esta nueva ronda impacta a casi toda la economía global. 
La excepción parcial de Canadá y México -en fase negociadora prorrogada, aunque continúen afectados por aranceles anteriores y específicos-, así como exenciones limitadas para sectores estratégicos (como semiconductores, productos farmacéuticos y ciertos minerales), no bastan para contrarrestar el gran alcance del cambio. 

Los aranceles se suman a los existentes, generando una estructura tarifaria “apilada” que, en el caso de China, podría elevar los aranceles totales hasta un 74 %.

2.- Una cascada de incertidumbre

Más allá del aumento de costos para empresas y consumidores estadounidenses, lo más relevante es el cambio sistémico: el comercio internacional entra en una etapa de incertidumbre estructural. Las empresas deben operar en un entorno en el que pueden surgir nuevas reglas de juego en cualquier momento. La fiabilidad de las relaciones comerciales entre EEUU y sus socios queda en entredicho, provocando respuestas defensivas y ofensivas por parte de los afectados.

La UE, por ejemplo, anunció un plazo de cuatro semanas para negociar antes de implementar represalias y, finalmente, alcanzar un acuerdo. A su vez, potencias regionales como Japón, China y Corea del Sur discutieron respuestas coordinadas, con soluciones diversas. Incluso sectores hasta ahora excluidos del conflicto, como los servicios digitales, se han convertido en blanco de gravámenes específicos y aleatorios.

3.- El fin del principio de nación más favorecida

Uno de los elementos más disruptivos es el aparente abandono por parte de EEUU del principio de nación más favorecida (NMF), piedra angular de la Organización Mundial del Comercio (OMC) desde 1947. Este principio exige tratar a todos los socios comerciales de forma igualitaria, salvo en el marco de acuerdos de libre comercio. La política estadounidense actual sugiere un retorno al bilateralismo: negociaciones país por país, con tarifas personalizadas y consideraciones no estrictamente económicas, como la seguridad fronteriza o los gastos en defensa.

Este enfoque fragmenta el comercio, reduce la previsibilidad legal y complica enormemente la gestión empresarial y diplomática. Las reglas universales ceden paso a acuerdos ad hoc, más complejos y a menudo, mucho más volátiles.

4.- Repercusiones en las empresas: de la adaptación táctica a la resiliencia estructural.

Frente a este escenario, las empresas deben repensar sus estrategias de operación y abastecimiento. Ya no se trata solo de trasladar costes al consumidor o renegociar con proveedores. La pregunta clave es cómo construir cadenas de suministro resilientes y flexibles, capaces de absorber la volatilidad sin comprometer la competitividad.

Las compañías que hayan desarrollado capacidades geopolíticas -es decir, equipos internos que analicen escenarios regulatorios, relaciones internacionales y riesgos políticos- parten con una cierta ventaja. 

Pero ahora precisan ir más allá: modelar impactos a largo plazo, simular escenarios de tarifas permanentes, diversificar plantas de manufactura y, en muchos casos, rediseñar por completo sus redes logísticas.

El desafío se extiende a evaluar si conviene relocalizar parte de la producción en EEUU, invertir en automatización para compensar costos laborales más altos o explorar mercados alternativos para exportar desde plantas fuera del territorio estadounidense. 

La presión sobre la competitividad es inmensa, especialmente cuando competidores europeos o asiáticos se beneficien de tratados excluyentes con Washington.

5.- ¿Una oportunidad para el resto del mundo?

En esta transformación también hay ganadores potenciales. Si las empresas estadounidenses enfrentan obstáculos para exportar desde su territorio, actores de países no sujetos a los aranceles —o con estrategias más estables— podrían capturar cuota de mercado global. Por ejemplo, fabricantes europeos o asiáticos pueden ofrecer precios más competitivos al estar exentos del sobrecosto tarifario que enfrentan sus rivales en EE. UU.

Por otro lado, los países excluidos o castigados con altos aranceles (como China, India o Brasil) ya están fomentando nuevas alianzas regionales. Esto acelera tendencias como el regionalismo comercial y la emergencia de bloques económicos alternativos. 

Latinoamérica, el Sudeste Asiático o África podrían beneficiarse de una reconfiguración de rutas comerciales y cadenas de suministro si logran posicionarse como socios confiables.

6.- La hora de la estrategia: anticipación y colaboración.

Este nuevo orden requiere de una mentalidad diferente en las empresas. La planificación tradicional basada en eficiencia de costos y estabilidad normativa queda obsoleta. 

Ahora, la capacidad de anticipar cambios políticos, adaptar redes de producción y gestionar riesgos regulatorios es una ventaja competitiva. Los departamentos de estrategia, compras, logística y asuntos legales deben trabajar de manera coordinada, con flujos de información en tiempo real y mecanismos de reacción rápida. Asimismo, las empresas tendrán que involucrarse activamente en procesos de consulta pública, lobby e incluso diplomacia corporativa, para influir -cuando sea posible- en las decisiones tarifarias o buscar exenciones específicas.

7.- Una nueva realidad sin retorno.

La guerra arancelaria de 2025 marca un antes y un después en el comercio global. Ya no se trata de una disputa coyuntural ni de una negociación de presión. Estamos ante una redefinición del papel de EEUU en el sistema comercial internacional. 

La globalización como se conoce está en revisión. Las reglas, las rutas, los socios y las prioridades cambian. Las empresas deben abandonar las inercias del pasado y asumir que la incertidumbre no es una excepción, sino la nueva norma. Quien logre adaptarse con rapidez, resiliencia y visión estratégica, liderará esta nueva era del comercio mundial.
 

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