15 jun 2025

¡Guerra!

El 13 de junio se materializó el escenario menos deseado, el más peligroso: un enfrentamiento directo entre Israel e Irán.

Las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI) iniciaron una campaña a gran escala contra objetivos iraníes, denominada “Operación León Naciente”. Tan solo el primer día la aviación israelí destruyó buena parte de las defensas antiaéreas persas, bombardeó instalaciones vinculadas con el programa nuclear, así como numerosas fábricas de armamento. La ofensiva incluyó, también, ataques contra los máximos responsables del programa nuclear y contra altos cargos militares. De acuerdo a la información publicada, han fallecido, ente otros, el que fuera jefe de la Organización de Energía Atómica de Irán (Fereydoun Abbasi-Davani), el comandante del Cuerpo de la Guardia Revolucionaria (Hossein Salami), y el jefe del Estado Mayor (Mohammad Bagheri). La ofensiva ha puesto de manifiesto, nuevamente, el extraordinario grado de infiltración de la inteligencia israelí, evidenciado en el establecimiento de una base secreta de drones en territorio iraní desde la que se atacaron infraestructuras militares defensivas. En respuesta, Teherán ha lanzado sucesivos ataques con misiles balísticos contra varias ciudades israelíes, la mayoría de ellos interceptados por la defensa antiaérea hebrea.

La neutralización de los sistemas defensivos iraníes otorga a Israel una enorme ventaja para debilitar, mediante ataques aéreos, las capacidades militares de Teherán. Ahora bien, desmantelar el programa nuclear podría ser un objetivo difícilmente alcanzable para Tel Aviv, dado que las instalaciones se encuentran a más de 80 metros bajo tierra. Expertos en defensa sugieren que únicamente sería posible si Estados Unidos se involucra en la ofensiva, utilizando las denominadas bombas antibunker. De momento Washington se ha mantenido al margen de la campaña militar. En los comentarios publicados estos días en su red social, Donald Trump aseguró que la Casa Blanca está mediando para alcanzar un acuerdo entre las distintas partes.

En cualquier caso, resulta extremadamente difícil anticipar la evolución de los acontecimientos en las próximas semanas o meses. Una de las principales preocupaciones es la posibilidad de que el conflicto provoque severas distorsiones en la industria del crudo. De momento los ataques israelíes contra infraestructuras energéticas iraníes se han limitado a depósitos e instalaciones para consumo interno. Ahora bien, se teme que la espiral de enfrentamientos pueda acabar afectando al estrecho de Ormuz, una zona marítima por la que pasa cada día el 30% del comercio mundial de petróleo. Este escenario no es, ahora mismo, el más probable. Sin embargo, dada la sucesión de acontecimientos inesperados en los últimos dos años, no se puede descartar ninguna posibilidad, especialmente si la ofensiva israelí llega a tal punto que ponga en riesgo la propia existencia del régimen persa. 

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