14 Jul 2025
Los aranceles no rescatarán a la industria americana, pero la IA podría
La política arancelaria de la Casa Blanca no solo es errática, sino equivocada, dicen en Goldman Sachs, porque tampoco es la fórmula para su reconversión manufacturera.
Diego Herranz - Colaborador de Asesores de Pymes externo a Cesce
Los aranceles no solucionarán el problema de la manufactura estadounidense, pero la IA podría, según Goldman Sachs. El sector manufacturero estadounidense lleva años en declive. Es poco probable que los aranceles a las importaciones del presidente Donald Trump lo solucionen, pero los robots o la IA son los polvos mágicos de una fórmula que surtirá efecto. Así de elocuentes se muestran los analistas del banco de inversión americano en una reciente nota a inversores en la que afirman que la mayor economía del planeta necesita una renovación tecnológica urgente.
“Una aceleración del ritmo de innovación sigue siendo el catalizador con más probabilidades de revertir el estancamiento a largo plazo de la productividad manufacturera”, aseguran antes de admitir que el auge de las manufacturas chinas perjudicó a las fábricas americanas, que dejaron de objetar “ganancias fáciles” derivadas de fabricar computadoras y productos electrónicos, que también han decaído en las cadenas productivas estadounidenses.
“Es dudoso que los aranceles de Trump ayuden a impulsar la productividad en las manufacturas nacionales, pero incuestionable que, por sí solos, vayan a resolver el problema, ya que los costes siguen siendo mucho más bajos en el extranjero, incluso después de considerar los gravámenes a la importación”, afirman en Goldman. También es “probable” que China continúe aumentando sus exportaciones gracias a las ventajas de precios y al apoyo de la política industrial”, añadieron, por lo que se puede asegurar que en el gigante asiático la IA y la robótica “ya transforman a sus fábricas y centros manufactureros”.
El diagnóstico también critica “el estado de agitación permanente” de las políticas económicas de la Administración Trump y el posible perjuicio que las barreras arancelarias pueden ocasionar a suministros esenciales para emprender una auténtica revolución de la IA en EEUU.
“En diferentes sectores, las empresas están incorporando la IA y la robótica en sus procesos de trabajo y cadenas de suministro”. Pero el resultado aún es insuficiente. Amazon ha desarrollado e implementado un robot para realizar tareas sencillas en sus centros de distribución. PepsiCo utiliza la IA para mejorar la agricultura y aumentar los márgenes de ganancia. Tetra Pak, firma suiza de envasado y procesamiento de alimentos, la usa para crear recetas de queso óptimas que cumplen con los estándares de la Administración de Alimentos y Medicamentos de EEUU.
Sin embargo, quedan focos pendientes de cubrir. “Las capacidades predictivas de la IA también están transformando el mantenimiento de las fábricas, ayudando a las empresas a analizar datos históricos para prevenir costosas averías antes de que ocurran”. Pese a que un incremento de la productividad puede provocar un coste de recursos humanos. De hecho, algunas compañías, en especial del sector tecnológico, han vuelto a recortar personal para puestos que la IA puede realizar, lo que indica una reestructuración de la fuerza laboral. Pero sin asumir el desafío de las nuevas tecnologías en un momento de reconversión industrial en todo el mundo, EEUU perderá otro cetro hegemónico en una de las piezas fundamentales que otorgan poder e influencia en el orden mundial.
En este sentido, otro informe, en este caso de BlackRock -la gestora con mayor capital asignado a sus carteras de inversión- cree que la impredecible política estadounidense beneficia al crédito europeo y que las nuevas ínfulas del BCE de situar al euro como divisa de referencia mundial no son descabelladas, a juzgar por la debilidad estructural del billete verde americano. En opinión de sus expertos, la renta fija europea se beneficiará de un posible alejamiento de los inversores de EEUU también en el segundo semestre de 2025, debido a “la cautela que Europa demuestra ante la impredecible política estadounidense y el aumento de la deuda federal americana”.
Los inversores foráneos se muestran más reacios al riesgo y se sienten atraídos por la estabilidad europea, lo que podría poner en peligro el estatus especial de EEUU en los mercados financieros si no se controla su deuda, que ha alcanzado los 36,4 billones de dólares, el 124% de su PIB. Pese a la profundidad y diversidad del mercado americano, BlackRock no encuentra niveles atractivos en los activos de Wall Street en un periodo de alta volatilidad. “Estamos ante un contexto en el que las políticas de la Casa Blanca se han hecho menos predecibles lo que contrasta con un clima de naturaleza estable en Europa sobre su futuro”, afirmó James Turner, codirector de inversión en renta fija fundamental europea de BlackRock. Este contraste -asegura- “ha llevado al inversor a reevaluar sus asignaciones entre Europa y EEUU”.
En Citigroup enfatizan que los fondos vinculados a bonos denominados en euros han registrado entradas más consistentes este año que los dólares. “El alejamiento de EEUU de la ortodoxia en el orden financiero aún no se ha materializado en datos, ya que los inversores compraron en abril la mayor cantidad de bonos corporativos estadounidenses en seis meses”, pero esas tornas están cambiando y sus estrategas destacan la profundidad y diversidad de los mercados de la UE, donde operan más del doble de bonos corporativos de alta calificación en circulación que la deuda denominada en euros. Y, desde abril, os bonos alemanes han superado a los del Tesoro americano desde abril, “después de que la caótica implementación de aranceles restara valor a la deuda pública estadounidense como refugio seguro”.
Para la directora de inversiones de BlackRock Fundamental Equities EMEA, Helen Jewell, el flujo de inversión en dólares fuera de EEUU “está siendo mucho más diversificado porque las carteras están rotando y sus propietarios están cambiando su forma de pensar”. Ya no existe o al menos ha desaparecido momentáneamente ese excepcionalismo estadounidense que daba por hecho ratios de rentabilidad más importantes a los activos de Wall Street. “Los mercados europeos son cada vez más difíciles de ignorar”, admite.
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