09 Jul 2025
El cónclave de bancos centrales de Sintra sitúa al euro en los 1,20 dólares
Los socios del euro no ven un horizonte exportador despejado. A la escalada arancelaria se une una divisa fuerte que dejaría sin ventaja competitiva cambiaria al sector exterior.
Diego Herranz - Colaborador de Asesores de Pymes externo a Cesce
El BCE se cuestionó en su foro de debate anual de Sintra (Portugal) con banqueros, economistas y empresarios si el repunte del euro pasará de ser una bendición a una maldición. No solo porque temen que la rápida apreciación del euro pueda frustrar los esfuerzos para mantener la inflación en el 2%, sino porque una sobrevaloración cambiaria implica correcciones nunca reconocidas de forma oficial de encarecimiento del dinero en una época en la que la autoridad monetaria del euro mantiene una hoja de ruta de reducción de los tipos de interés para revitalizar la actividad de sus socios. Y, sobre todo, porque en una etapa de escalada arancelaria con guerra comercial abierta con EEUU y unas negociaciones inciertas sobre un hipotético acuerdo transatlántico una divisa cara resta atractivo a los sectores exteriores.
En Sintra, los consejeros del BCE y su propia presidenta, Christine Lagarde, revelaron tensiones por el súbito repunte, del 14%, en la cotización de euro frente al dólar este año, ya que alertaron de que un nivel por encima de los 1,20 dólares por cada unidad monetaria europea podría llegar a ser contraproducente. De ahí que admitieran estar vigilando estrechamente su evolución en los mercados cambiarios. Que es como reconocer que no les entusiasma precisamente la vuelta a la relación dólar-euro con la que nació la moneda única europea. En definitiva, consideran su exhibición de fuerza como un desafío para mantener el IPC a raya, dentro del límite del 2% que establece el estatuto fundacional del BCE. “De elevar su valor más allá del 1,20 sería sumamente complicado”, aclaró su vicepresidente, Luis de Guindos.
Entretanto, la Reserva Federal, en boca de su presidente Jerome Powell, insistió en que los tipos de interés estadounidenses son “moderadamente restrictivos” y dijo mantener “abiertas todas las opciones” para reducir el precio del dinero en EEUU en próximas reuniones de la Fed.
Gran parte del ascenso del euro se debe a la pérdida de valor del dólar, que parece abordar una fase de debilidad estructural desde la ofensiva arancelaria de la Administración Trump, con fugas masivas de capitales de Wall Street y el abandono -en principio, momentáneo- de ese principio del excepcionalimo americano que, en la jerga inversora, proclama la mayor rentabilidad de los activos estadounidenses frente a los de otras latitudes financieras mundiales. En el clima bursátil se ha instalado la convicción de que el euro rebasará el umbral del 1,20 a lo largo del segundo semestre de este año.
“Hay un cierto reajuste de los inversores, especialmente de los europeos, pero también de los fondos de capital globales, hacia el euro”, enfatizó el economista jefe del BCE, Philip Lane, para quien “lo que hemos visto hasta ahora parece duradero, pero, por supuesto, tenemos mucha curiosidad por ver qué sucederá a continuación”.
"Aún no quieren admitirlo, pero la fortaleza del euro será una preocupación creciente", asegura Carsten Brzeski, director de macroeconomía de ING. "Con el tiempo, un mayor fortalecimiento del euro no solo traerá consigo una mayor presión inflacionaria, sino también riesgo de perjuicio económico para un sector exportador que ya se encuentra en dificultades suficientes y de gran calado como para justificar que no se recorten más los tipos de interés” después de los 8 toques a la baja, que dejaron el precio del dinero en la zona del euro en el 1,75%.
El gobernador del banco central letón, Martins Kazaks, manifestó que “el tipo de cambio ha fluctuado significativamente este año y esto también afectará la inflación”, afirmó Kazaks. “Si el euro se apreciara significativamente aún más, lastraría las exportaciones”
Lagarde, que actuó de anfitriona de un encuentro que se asemeja al que la Fed organiza cada año, en agosto, en Jackson Hole, mostró cautela sobre los próximos movimientos de tipos en la eurozona delante de Powell y de otros homólogos como Andrew Bailey (del Banco de Inglaterra, BoE) Kazuo Ueda, (Banco de Japón BoJ) o Rhee Chang-yong, (Banco de Corea del Sur).
La moneda ha promediado 1,1829 dólares desde su introducción en 1999, y el primer día de julio cotizó en ese nivel. El presidente del Bundesbank, Joachim Nagel, utilizó este argumento para restar importancia a cualquier preocupación. “El tipo de cambio tiene repercusiones, pero es solo un factor”, por lo que “estamos considerando todos los factores que conducen a una inflación más alta o más baja, y esta es la perspectiva relevante que debemos considerar”.
Powell planteó la posibilidad de un recorte de tasas en EEUU este mes, sin llegar a respaldar la idea, ni hacer ninguna apelación expresa a la injerencia de la Casa Blanca y la amenaza de Trump de adelantar la fecha de expiración de su mandato. Aunque, recibió felicitaciones expresas del resto de gobernadores por resistir a la presión del actual inquilino del Despacho Oval.
Mientras Lagarde aprovechó la ocasión para afirmar que 2025 podría convertirse en un “año crucial” para el estatus del dólar como moneda de reserva global; Bailey señaló que los tipos en Reino Unido están en una “senda descendente”, aunque los recortes podrían haber tenido menos fuerza en el pasado debido a la menor deuda de los hogares y Rhee que la inflación está bien estabilizada en Corea, si bien el banco central vigila de cerca los riesgos de inestabilidad financiera a la hora de decidir el momento y el ritmo de los recortes del precio del dinero.
El gobernador Ueda, por su parte, incidió en que el precio del dinero se encuentra actualmente por debajo del nivel neutral en Japón antes de advertir sobre el uso de la tasa teórica como guía cuando hay “cielo nublado” en el horizonte, en alusión a los aranceles recíprocos y la amenaza de decoupling en el comercio internacional.
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