07 Apr 2025

Trump califica de “indulgentes” los aranceles recíprocos

Los expertos detectan chantaje político tras esta herramienta tarifaria y señalan a mercados emergentes como Tailandia y Vietnam como principales damnificados. 

Diego Herranz - Colaborador de Asesores de Pymes externo a Cesce

El presidente estadounidense justificó la entrada en vigor de los aranceles recíprocos -definidos como el proceso que la Casa Blanca va a poner en liza de inmediato para tratar de equiparar sus gravámenes a la importación a los que las naciones de origen aplican a la entrada de productos estadounidenses a sus mercados- por razones de “justicia” comercial. Donald Trump, casi sin solución de continuidad, rescató acto seguido su ya famosa retahíla retórica: “Todo el mundo se ha aprovechado de EEUU y hemos pagado un precio alto por ello, pese a que, durante décadas, Washington ha ayudado a numerosos países con grandes desembolsos financieros”. Ahora -dijo- “ha llegado el momento de que recuerden lo que hemos hecho por ellos y nos traten de manera justa".

El dirigente republicano afirmó que esta estrategia de reciprocidad arancelaria es “indulgente” y que se aplicará a discreción, “a todos los países”. Alertando de que, en “muchos casos”, serán menores de los que “nos han impuesto durante décadas”. Eso sí, salva de esta norma las tarifas a la industria automotriz. Dejando entrever que, con posterioridad al “Día de la Independencia Arancelaria”, elegido por él mismo para este 2 de abril, podría declarar gravámenes específicos sobre determinadas mercancías o servicios. El mercado no descarta que puedan entrar en esta nueva presión arancelaria los chips, semiconductores o productos farmacéuticos.     

Trump también advirtió de que no quería “demasiadas excepciones” en los aranceles recíprocos, sugiriendo que las empresas y los países podrían tener un “margen limitado” para negociar una prórroga para sus productos, lo que da pábulo a las críticas que despierta entre los analistas su “desordenada” escalada arancelarias, cargada de anuncios, cambios en los gravámenes y pausas en su entrada en vigor para forzar negociaciones y exigir a sus interlocutores requerimientos de muy amplio espectro y ajenos al negocio comercial. 

Un estudio de UBS que estudia con indicadores de precisión estadística la cuantificación de estos aranceles entre EEUU y la treintena de sus mayores socios importadores deja algunas lecturas sorprendentes. La Casa Blanca tiene alrededor de 12.500 líneas arancelarias y aproximadamente 200 socios comerciales. Si se quisiera examinar y ajustar cada línea arancelaria, se tendrían que considerar hasta 2,5 millones de combinaciones de producto por cada país. Las conclusiones de los expertos de UBS desvelan que los aranceles recíprocos tendrían un impacto pequeño en el arancel promedio ponderado de EEUU y que el gravamen de importación promedio aumentaría en 1,65 puntos porcentuales -aproximadamente, el 0,8% para las potencias industrializadas y un 2,2% para los mercados emergentes- si bien afectaría, esencialmente, a varios de estos últimos. 

En concreto a India, Argentina, Indonesia, Tailandia, Arabia Saudita, Brasil y Turquía, aunque si Washington decide ajustar su exposición comercial relativa, serían Vietnam y Tailandia los países con un mayor riesgo en relación a su PIB. Además, el informe de UBS incide en que, desde una perspectiva global, los aranceles recíprocos “causarían un daño sustancialmente menor que otro de alcance mundial y generalizado”. Por ejemplo -precisan- con una tasa promedio del 10%, la estimación de un arancel homogéneo por parte de la Administración Trump “reduciría el PIB del planeta en un punto porcentual, mientras que el impacto de los recíprocos sería alrededor de la quinta parte de esa cuota”. 

En UBS Research alertan de que otros cálculos tienen en cuenta el estatus de nación favorecida que contempla la política comercial estadounidense. Pero los aranceles recíprocos acabarían de sepultar esta consideración porque pasan a tener una catalogación bilateral. En ocasiones, con un resultado positivo, como es el caso de México, nación con la que el diferencial arancelario se aproximaría casi a cero. 

La incongruencia comercial de EEUU se aprecia claramente con su vecino del sur. País aliado en la unión aduanera USMCA -el Nafta 2.0 que Trump concibió en su primer mandato- y nación que ha obtenido la consideración de “más favorecida” dentro de la diplomacia económica americana y, a la vez, primer importador del mercado estadounidense -por delante de China y Canadá- y el mayor “agresor” arancelario de Washington, según Trump.  

Para UBS, “un tercio de los países analizados se beneficiarían más de una reciprocidad plena que el propio EEUU”, si bien sus bienes agrícolas “se enfrentan a un proteccionismo exterior de hasta 5 puntos porcentuales, mientras, por el contrario, protege desproporcionadamente a los textiles con casi un 4% a su favor. Por otro lado, esta herramienta arancelaria solo generaría a las arcas del Tesoro americano entre 18.000 y 32.000 millones de dólares en ingresos anuales, el 0,1% del PIB, lo que induce a pensar que el anuncio de Trump de sumar tarifas adicionales a los recíprocos podría ser una realidad a corto plazo. 

Fitch Rating, por su parte, considera que la inclusión por parte de la Casa Blanca de “una amplia gama de factores en su evaluación sobre la equidad y reciprocidad de las relaciones comerciales con sus socios aumentará la incertidumbre y los mercados que podrían verse afectados”, dado que varios de las naciones más damnificadas por la subida arancelaria “se exponen a riesgos de especial calado económico”. Esencialmente, porque también entra en juego en esta revisión de la política comercial americana la evaluación de otros factores, como el IVA en el caso de la UE, todo tipo de barreras no arancelarias, entre los que se encuentran subsidios y regulaciones que Washington considere onerosas, tipos de cambio o equiparaciones salariales, una condición que EEUU ha ido incorporando en sus tratados de libre comercio más recientes. 

Estos intangibles, fuera de la aritmética de reciprocidad arancelaria a la que podría inducir esta nueva normativa de la Administración Trump, perjudicaría en especial a mercados como India y a otros emergentes con notables superávits comerciales con EEUU. Pero también plantea retos nuevos a cuestiones como la renovación del UMSCA, que debe revisarse en 2026 o a los accesos preferenciales que la Casa blanca otorga a naciones africanas en virtud de la Ley de Crecimiento y Oportunidades. Según Fitch, el proteccionismo americano se aprecia en el repunte de la tasa arancelaria efectiva de EEUU, que pasará del 2,3% actual a rozar el 8% con el viraje arancelario.    
 

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