19 feb 2025

Trump activa los aranceles recíprocos para acorralar el comercio de la UE

La Casa Blanca desata una guerra arancelaria multilateral con gravámenes del 25% a al aluminio y el acero y justifica la represalia a Europa en la imposición del IVA.

Diego Herranz - Colaborador de Asesores de Pymes externo a Cesce

 

La escalada arancelaria de la Administración Trump contra Europa ya tiene su orden ejecutiva. Aunque, como en el caso de la subida del 25% a Canadá y México -pero no en el de China, cuya tarifa adicional del 10% sobre la totalidad de sus mercancías y servicios ha entrado en vigor, con visos de perpetuarse en el tiempo- no incrementarán el coste de las importaciones europeas de manera inmediata. Tampoco, en este caso, tienen un gravamen general estipulado. Todo queda a expensas de futuras negociaciones. Si se inauguran o, para ser más precisos, se rescatan de la agenda transatlántica, como asumió la Administración Biden para solventar los muros tarifarios que ahora el líder republicano vuelve a levantar.

Previamente, casi sin solución de continuidad y en el ínterin entre la exposición de las estrategias de la Casa Blanca contra el comercio europeo, canadiense, mexicano y chino, Trump desató dos batallas arancelarias adicionales. La primera, de índole universal, al establecer subidas del 25% sobre las importaciones de aluminio y acero y amenaza con desencadenar un auténtico tsunami global. La segunda, la aplicación de gravámenes recíprocos con otros países, es una herramienta con una carga de injusticia comercial para economías en desarrollo porque la filosofía de la tarifa que va a instaurar Washington es la de ajustar los gravámenes similares a los que otras naciones imponen a productos americanos. La ventaja exportadora de mercados de rentas bajas frente al mayor mercado del planeta se verá, pues, amenazada.

También Europa, a la que la versión Trump 2.0 le calculará el empleo del IVA como mecanismo de imposición comercial.

 

responderá con gravámenes a todos los aranceles que otros países aplican sobre sus productos. A pesar de que se trata de un impuesto que no existe en EEUU cuyo mapa fiscal, sin embargo, contempla impuestos estatales al consumo. Pero nunca un arancel, que se grava solo sobre los bienes importados. El concepto tributario del IVA es aplicar un impuesto sobre las ventas finales de productos y servicios. 

Los aranceles recíprocos afectarán sobremanera a las economías asiáticas, aunque también a las latinoamericanas y, por supuesto, africanas. La consultora Eurasia cataloga la medida como un “auténtico desafío mundial” para el libre flujo de mercancías, servicios e, incluso, capitales y recuerda que el déficit comercial, por sí mismo, no es un desequilibrio que preocupe en especial a la ortodoxia económica, más preocupada por los desórdenes presupuestarios y la escalada de la deuda soberana, empresarial, financiera y de los hogares.

Dos sectores europeos, el automovilístico y el alimentario, se han sentido especialmente heridos con la maniobra de Trump que en todo momento dijo querer un “juego comercial equilibrado”. Si bien matizó que es una “regla de oro que contribuirá a preservar nuestra seguridad nacional”.

El tipo arancelario medio que aplica la UE a los productos estadounidenses es del 4%, mientras que el aplicado por EE UU es del 3,5%. Aunque todo varía según los sectores e, incluso, productos concretos. Es lo que ocurre con la industria automotriz. Los Veintisiete imponen un arancel del 10% a los coches estadounidenses, mientras el primer mercado global aplica un 2,5% sobre los europeos, según ING. O con la agricultura y los alimentos, con enormes salvedades por la amplia multiplicidad de bienes. De promedio, en cualquier caso, los aranceles europeos son, de media, 3,5 puntos más altos que los estadounidenses.

La balanza comercial entre ambas orillas del Atlántico también favorece a la UE. En 2024, a falta de conocerse los datos oficiales definitivos, el agujero estadounidense llegó a 235.571 millones de dólares. El superávit europeo es una consecuencia, no obstante, histórica y justificada en el hecho de que EEUU es, para el club comunitario, el primer destino de sus sectores exteriores, a donde dirige el 19,7% de sus exportaciones, con Alemania como el principal origen del tránsito de bienes y servicios europeos hacia el mercado estadounidense.

La reacción de la UE no se hizo esperar. La Comisión calificó la política comercial de Washington como “un paso en la dirección equivocada” y les recordó el daño colateral que, según el análisis del mercado más extendido, “provocarán una expansión inflacionista” sobre EEUU. Bruselas se decantó por advertir que actuará “con firmeza contra las barreras injustificadas al comercio libre y justo”. Y siguió con el envío de obuses contra la línea de flotación de la doctrina liberal de que “los aranceles son impuestos” que, en esta ocasión, “repercute directamente contra los propios ciudadanos”, las industrias y las empresas en las que trabajas porque “aumentan los costes de los negocios, asfixian el dinamismo económico e insuflan presiones inflacionistas”.

Además, el gabinete de Ursula von der Leyen, hace hincapié en que Europa “mantiene uno de los niveles arancelarios más bajos del mundo” y que su apuesta por el libre comercio es histórica y está fuera de toda duda”. Además, Bruselas asegura que predica con el ejemplo: “La UE es una de las economías más abiertas del mundo”, ya que más del 70% de las importaciones “tienen un arancel cero” y su integración económica y eliminación de barreras comerciales han sido claves en el éxito del mercado interior”.

Pero también arremete contra el criterio impositivo esbozado por el inquilino del Despacho Oval en su orden ejecutiva. El IVA -aclara el Ejecutivo comunitario- tiene un suelo general del 15% en la UE, pero su equivalente en EEUU, cuya autoridad y recaudación la ostentan los estados, es de mayor gravamen y afecta a un número más extenso de productos.

Este punto es de suma importancia para futuras negociaciones bilaterales, si se formalizan en el futuro, porque según un estudio de Goldman Sachs, la medida afectaría a la mitad de las ventas europeas a EEUU, que ascendieron en 2024 a 770.791 millones de dólares, cifra extraída de las estadísticas federales norteamericanas.

La Comisión, que es el poder soberano de los socios en materia comercial, ha advertido que “va a reaccionar firme e inmediatamente contra las barreras injustificadas al comercio libre y justo, incluso cuando los aranceles se utilicen para cuestionar políticas legales y no discriminatorias” y que “protegerá siempre a las empresas, los trabajadores y los consumidores europeos frente a medidas arancelarias injustificadas”.

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